La mitad de los pacientes ostomizados sufre problemas sexuales

El día que le diagnosticaron cáncer de recto a Joaquín, le primera pregunta que se hizo fue: ¿hasta aquí ha llegado mi vida? Sin embargo, 22 años después le sigue sonriendo con la misma fuerza y la misma sonrisa que antaño. “Mi mayor preocupación era si volvería a tener una vida normal”, señala. Este miedo es una constante en aquellos pacientes a los que se le realiza una ostomía y tiene que llevar una bolsa en el estómago. Así lo refleja el estudio “Usos y actitudes de los pacientes ostomizados” realizado por el Consejo General de Enfermería: el 49% de sus portadores cree haber perdido su apetito sexual, mientras que el 43% duerme mal por la noche. Además, tres de cada diez afirman tener problemas en el trabajo, en sus hobbies o en el deporte. Exactamente, los mismos temores que asolaron a este padre de familia. A día de hoy, puede decir que sigue cumpliendo sus principales deseos: disfrutar de sus amigos, dedicar tiempo a su mujer, hacer la compra en coche… Y todo gracias a un puñado cariño y buenas prácticas. Le quitaron el órgano y le hicieron una ostomía, colocándole una bolsa permanente en el estómago para liberar sus deshechos orgánicos. A su lado, por supuesto, estuvo su familia, pero también una figura que resultó clave en su recuperación: la enfermera que le asistió.

Tal es así su importancia para la mayoría de los pacientes que la falta de estas especialistas en el manejo de esta técnica se traduce en que, al menos, el 45% los pacientes que se someten a ella no la tenga ubicada en el lugar idóneo del abdomen. Las fugas, los problemas cutáneos, el impacto en la vida sexual y social resulta un problema capital en decenas de miles de pacientes que no cuentan con una enfermera experta y que supone la diferencia entre una aceptable calidad de vida o una condena a la vergüenza, la introspección y el aislamiento social. “Hay centros que no tienen enfermeras especializadas, cuando somos las más sensibles a este problema. Por eso, se requiere que otro tipo de profesionales también estén formados al respecto. Al menos, tener unas nociones básicas para que se lleve a cabo correctamente”, subraya Isabel Jiménez, enfermera estomaterapueta del Hospital de Jaén y responsable del estudio presentado este martes. La ubicación del estoma en un lugar incorrecto -por no haber realizado lo que técnicamente se denomina el “marcaje”- se traduce en fugas y lesiones dérmicas que conducen a la persona a evitar en muchas cosas exponerse al más mínimo contacto social. A romper con su vida y a la depresión.

Source: La Razon

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