Argentina entre sonidos de reclamos y perdigones: represión brutal en la era de Milei

Antes, durante y después de la manifestación popular, el operativo ordenado por Patricia Bullrich ocupó los alrededores del Congreso hasta la Plaza de Mayo, la calle Corrientes, la 9 de Julio y otras arterias de la capital argentina.

Es 12 de marzo de 2025 y la represión policial alcanza niveles inéditos en Argentina durante la era de Milei. Mientras las calles contiguas al Congreso se convierten en tribuna y los sonidos del reclamo se mezclan con los perdigones; los jubilados no logran abrir los ojos ante el efecto de los gases lacrimógenos. Es miércoles y ellos regresan al punto de encuentro, pero esta vez no están solos: hinchas de fútbol y representantes de la sociedad civil también son testigos de un episodio brutal, ordenado por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

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Lo que prometía convertirse en una protesta solidaria, terminó como una nueva jornada oscura, tan oscura como los uniformes de quienes ejercen la violencia. En este caso, las cifras hablan por sí solas (un reportero gráfico con múltiples fracturas de cráneo y pérdida de masa encefálica, más de 150 detenidos y decenas de manifestantes hospitalizados con graves lesiones).

Sin embargo, las estadísticas no se comparan con la realidad: los rostros ensangrentados, la urgencia de aliviar la quemazón de los gases lacrimógenos con un poco de leche, los cuerpos lesionados por los proyectiles de la Policía Federal Argentina, la estrepitosa caída provocada a una señora adulta mayor, la sonrisa intencionada de un hombre por la pérdida de sus dientes o la voz de un asmático, que fue reducido a quedar boca abajo en el asfalto, mientras pedía ayuda.

Jóvenes, adultos mayores, trabajadores son foco de inéditas «postales» de violencia. «Nos están haciendo pasar hambre y nos gasearon». «Acá no hay barrabravas (grupos violentos asociados a equipos de fútbol), acá está el pueblo defendiendo a los jubilados». «Sin lucha no se consigue nada». Esas son solo algunas de las frases que los policías intentan no escuchar. La estrategia gubernamental fue precisa: infundir el pánico, desmovilizar a la ciudadanía y acallar el reclamo social. Pero no lo lograron.

En lo que unos agentes avanzan hacia una columna de manifestantes, otro grupo de efectivos dejan pistolas sobre el pasto, en un aparente intento de armar una escena para justificar la ola represiva. En otra secuencia sutilmente provocadora, los patrulleros vacíos y abiertos se quedan a la espera de ser incendiados.

Este 12 de marzo en Buenos Aires significa un parteaguas en la política represiva del Gobierno de Javier Milei, que intentó utilizar la participación de los hinchas de fútbol como pretexto para deslegitimar una movilización masiva convocada por sectores que, como la mayoría pudiera pensar, no participan en protestas políticas.

El pueblo argentino recuerda bien sus jornadas más oscuras, y la de ayer será difícil de olvidar.

Source: telesur