MLB: Circunstancias que llevaron a la huelga de 1994 y 1995 (III)

A lo largo de casi toda la historia de las Grandes Ligas, los peloteros han realizado esfuerzos constantes, por muchos años fallidos, para mejorar sus condiciones laborales en el mejor beisbol del mundo.

Fueron décadas de esfuerzos que finalmente, en los años 60 dio un giro muy favorable para equilibrar los poderes, esto con la contratación de Marvin Miller como máximo directivo del Sindicato de Jugadores de Grandes Ligas (MLBPA por sus siglas en inglés).

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De manera progresiva y acelerada, Miller consiguió mejorar las condiones laborales y salariales de sus representados, además la conjugación de circunstancias, sumado a su astucia, permitió el establecimiento del mercado de agentes libres.

Sin embargo, ese y otros factores que más adelante mencionaremos, del mismo modo se conjugaron en un caldo de cultivo que desembocó en la huelga de 1994 y 1995, que a su vez conllevó a una acción inédita, la cancelación de una Serie Mundial.

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Los hechos ocurridos en esos dos años fueron la acumulación de una serie eventos que les hemos y seguimos narrando:

 

A mediados de los años 80 Peter Ueberroth fue contratado como comisionado de la MLB. Una de sus primeras acciones consistió en instar a los equipos a no esforzarce por mejorar sus equipos a través de la agencia libre, añadiendo luego que no era inteligente para los elencos firmar jugadores con contratos a largo plazo.

Poco después los clubes establecieron un sistema en el que acordaron secretamente limitar los contratos de agentes libres de jugadores de posición a tres años y el de los lanzadores a dos.Más tarde crearían un banco de información en el que todos los clubes notificarían sobre sus negociaciones en curso con los agentes libres para evitar que los equipos intentaran sobrepujar entre sí.

Mientras que algunos propietarios se sentían un poco incómodos con esto, otros, como el propietario de los Cerveceros de Milwaukee, Bud Selig, y el de los Medias Blancas de Chicago, Jerry Reinsdorf, se mostraron entusiasmados y ayudaron a conseguir apoyo para el plan entre las filas de los propietarios. Finalmente, todos aceptaron el plan.

Bud Selig | Foto: Cortesía

El acuerdo entre los clubes era secreto porque violaba el Convenio Colectivo, que prohibía específicamente la coordinación entre los clubes y la coordinación entre los jugadores (fuera de la actividad sindical) en las negociaciones de los contratos. 

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Irónicamente, los propietarios insistieron en esa prohibición y la incluyeron en el Convenio Colectivo en 1968 a raíz de que Sandy Koufax y Don Drysdale coordinaran un holdout contra los Dodgers antes de la temporada de 1966. Los jugadores nunca la habían violado, pero los propietarios se propusieron hacerlo en las temporadas de 1985-86, 1986-87 y 1987-88.

En la práctica fue bastante burdo. Por ejemplo, cuando Bob Boone se convirtió en agente libre después de la temporada de 1986, tuvo una reunión con los Atléticos, cuyo gerente general, Sandy Alderson, llamó a Mike Port, el Gerente del antiguo equipo de Boone, Angelinos de California, para decirle que el jugador quería ir a Oakland. 

Bob Boone | Foto: Getty Images

Port le dijo que no lo firmara y Alderson cortó las conversaciones. Boone luchó toda la temporada baja para encontrar trabajo, no recibió ofertas y sin otra opción, regresó a los Angelinos. 

A varios jugadores les ocurrió algo parecido. Los reportajes deportivos de la pretemporada estaban llenos de imágenes de jugadores descontentos que abandonaban reuniones improductivas con equipos desinteresados. 

Sports Illustrated publicó un famoso artículo de portada sobre lo extraño que era que nadie quisiera fichar a Kirk Gibson, que en aquel momento era uno de los mejores jugadores del beisbol. Muchas otras grandes estrellas del juego, como Carlton Fisk, Tim Raines, Paul Molitor, Jack Morris, Jack Clark y Andre Dawson, no lograron interesar a ningún otro equipo que no fuera el suyo. 

Como resultado, entre 1985 y 1988, los salarios de los jugadores bajaron un 16% mientras que los beneficios de los propietarios subieron un 15%.

Los jugadores, ahora liderados por el sucesor de Miller, Don Fehr, presentaron quejas a raíz de las tres temporadas bajas (conocidas como «Colusión I», «Colusión II» y «Colusión III») que finalmente, dieron lugar a conclusiones de colusión que violaban el convenio colectivo por parte de los propietarios en los tres casos. 

Don Fehr | Foto: Cortesía

Se concedieron cuantiosas indemnizaciones a favor de los jugadores y a los afectados por la colusión se les concedió de inmediato lo que se denominó «agencia libre de nuevo cuño», que les permitía salir al mercado abierto sin tener que renunciar a la seguridad de sus contratos actuales.  

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Más importante aún, los casos de arbitraje condujeron a un acuerdo en el que los jugadores recibirían más de 280 millones de dólares por daños y perjuicios.

Sin embargo, más allá de las consecuencias directas e inmediatas de esas sentencias, el resultado más significativo de la colusión de los propietarios de mediados y finales de los años 80 fue la enorme erosión de la confianza de los jugadores en los propietarios. 

Sin duda, era una confianza que, en el mejor de los casos, siempre fue tenue, pero gracias al plan masivo, coordinado y fraudulento de los propietarios, cuando llegó la década de 1990, su palabra no valía nada en lo que respecta a los jugadores.

Como resultado del fiasco de la colusión, Ueberroth se vio obligado a renunciar antes de la temporada de 1989. Fue sustituido por el presidente de la Liga Nacional, Bart Giamatti, quien, trágicamente, murió el 1 de septiembre de ese año. 

Bart Giamatti | Foto: Cortesía

Giamatti fue sustituido por su comisionado adjunto, Fay Vincent quien no era un hombre de beisbol por experiencia y a pesar de que su ascenso fue aprobado por los propietarios, no tenía su plena confianza. La poca que tenía la perdería a los pocos meses de estar en el cargo.

El Convenio Colectivo expiró en diciembre de 1989. Durante las negociaciones, un Bud Selig cada vez más poderoso, que lideraba una facción de propietarios de clubes con menores ingresos, ayudó a elaborar una propuesta destinada a frenar de forma legal, pero agresiva, la escalada salarial de los jugadores. 

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Se trataba de instituir el pago por rendimiento, un sistema de reparto de ingresos y un tope salarial. Los jugadores, que siguen lidiando con las consecuencias de la colusión, consideraron que la propuesta era papel mojado. Los propietarios de los equipos con mayores ingresos tampoco estaban muy contentos con la idea, ya que estaban mucho menos interesados en compartir su dinero con los clubes con menores ingresos.

Al no llegar a un acuerdo, los dueños decretaron el cierre patronal en febrero, lo que hizo que se perdiera la mayor parte de los entrenamientos de primavera. Finalmente, Vincent intervino en las negociaciones, haciendo uso de los poderes del Comisionado para el «mejor interés del béisbol», con una propuesta de compromiso que no contenía un tope salarial, aumentaba la escala salarial de los novatos, el salario mínimo y prometía simplemente estudiar el concepto de reparto de ingresos. 

Fue una nueva victoria para los jugadores, que aceptaron de buen grado. Los propietarios también lo aceptaron porque, aunque no fuera lo ideal, estaban demasiado asustados para perder la temporada de 1990 por un prolongado paro laboral que, gracias a la total solidaridad de los jugadores y a la división entre las filas de los propietarios, no era probable que ganaran.

Source: meridiano

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