Coutinho y Dembélé, las desdichas de los cien millones

Samuel Aldrey / @SamuelAldrey

El precio que se paga por tiene una relación directa con el exponencial odio y frustración que genera si no funciona como se esperaba que con las probabilidades de éxito de llegar a otro equipo. Da igual que se miren los caros o los baratos: los cambios de club salen bien la mitad de las veces y mal la otra mitad. Al Barcelona le pasa este fenómeno con dos jugadores: Philippe Coutinho y Ousmane Dembélé.

Hoy en la Champions League contra el Benfica, Xavi Hernández convencido cruyffista, entiende a los extremos como una necesidad en sus alineaciones, jugadores que ensanchan el campo y que deben buscar el uno contra uno para acabar las jugadas con un centro si llegan hasta línea de fondo o con un remate (o último pase) si trazan la diagonal.

«Queremos extremos porque es clave para el juego de posición. Queremos abrir el campo porque si generas por fuera, tienes más espacio por dentro», resolvió el técnico antes de medirse al Benfica.

Pero los extremos de los cien millones no rinden. Desde el club dicen al diario Sport «Mentalmente no están y eso se aprecia en los partidos porque le cuesta muchísimo», apuntan las mismas fuentes consultadas por el diario catalán. 

El caso Coutinho.

Quizá por eso la última vez que Philippe Coutinho disputó un partido de titular fue en el clásico ante el Madrid en octubre de 2020 y la última vez que encadenó dos partidos seguidos y completos como azulgrana fue en enero de 2019. 

Este ritmo de minutos y de partidos es una constante desde que llegó al Barcelona, pues solo ha completado 19 partidos de los 102 en los ha hecho correr el reloj para medirle el tiempo que dura en cancha, o lo que es más ilustre solo ha visto un partido de principio a fin en el 18.6% del tiempo que ha estado con el Barcelona (8.070 minutos).

Una cifra que solo llena de cólera al aficionado culé cada vez que recuerda cuánto fue lo que le costó al club. Él es el fichaje más caro en la historia del Barcelona -120 millones más 40 en variables- una obscena cifra que le ha hecho recibir la misma cantidad de obscenidades cada vez que sale a la cancha y hace un mal partido.

Su degradación ha sido constante, solo atinado en su primer curso, entonces con Valverde en el banquillo, porque en 22 duelos marcó nueve goles (uno cada 165 minutos) y siete asistencias (cada 211) y ahora suma un tanto en los 513 minutos que ha disputado por ninguna asistencia, pero a Xavi le interesa es su desequilibrio Coutinho en sus ocho mil minutos promedia solo 2.64 dribles exitosos. Ansu Fati promedia 3.56. Coutinho necesita mejorar para ser el extremo que desea Xavi, pero quizás nunca pueda redimir sus 120 millones.

Dembélé demasiadas lesiones.

Ousmane Dembélé, de 24 años, cuya decimotercera lesión desde que es futbolista del Barcelona ha tenido un camino pedregoso. Después de que un problema muscular le dejara en junio sin Eurocopa, hoy volvió a jugar, 25 minutos en el partido del Barça contra el Benfica, y se ha visto obligado a volver a parar: sufre una elongación en el semimembranoso del muslo izquierdo.

Desde que cerró su fichaje, en el alocado agosto de 2017, el Barcelona solo ha podido contar con él en el 42,9% de los partidos oficiales programados, según los registros de Opta. El club se lo compró al Borussia Dortmund urgido por la marcha de Neymar y bajo la influencia de que todo el mundo sabía que acababan de ingresar 222 millones de euros por el brasileño.

El que era el fichaje más caro de la historia se lesionó un mes después al dar un taco en un partido contra el Getafe. Aquello abrió las puertas giratorias de una colección de desdichas físicas y distracciones personales que ha desembocado en pasos por el quirófano, charlas con los pesos pesados del vestuario, vigilancias de sus actividades extradeportivas.

Dembélé, sin embargo, sí tiene lo que pide Xavi un 4.22 dribles exitosos por partido, pero la constancia en la cancha diluye cualquier estadística que recoge en los pocos minutos de juego que tiene.

Ahora Xavi espera recuperar ese quiebre y el remate seco. Perdida la batalla de hacer olvidar a Neymar, el Benfica era la ùltima oportunidad de eliminar las desdichas, pero el empate 0 a 0 y el estado vegetal de los extremos incrementa la frustración del aficionado culé.

Source: Deportes

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *