Dispepsia, gastritis… los peligros de comer a contrarreloj

El trato es el siguiente: si alguien es capaz de comer un kilo de carne, 200 gramos de queso cheddar, otros 200 de panceta, cuatro huevos fritos, varias rodajas de cebolla caramelizada, pepinillos a doquier y unas cuantas patatas fritas en menos de 30 minutos, la casa invita. Y hay quien incluso añade algún que otro obsequio más: una camiseta para enfatizar la peripecia, una fotografía en el podio del local o un bono mensual para seguir devorando. Es la versión española del programa «Crónicas carnívoras» en el que norteamericanos que valoran mucho más la cantidad que la calidad son capaces de coger una tonalidad azul antes que perder el duelo. Durante estos «retos de comida», se pueden engullir hasta 5.500 kilocalorías tan solo por no abonar 34,90 euros. Este es el precio que cuesta esta hamburguesa del restaurante madrileño Anauco’s, pero más allá de su valor económico existe otro de tipo nutricional que advierte del peligro de estas prácticas para el organismo. Pues, en definitiva, lo que han conseguido anuncios como éste es que el gran desafío de este siglo ya no sea ganarse el pan, sino metérselo entre pecho y espalda en cantidades industriales.

«Este tipo de prácticas son perjudiciales para la salud digestiva de quien las realiza. Los principales efectos a corto plazo son digestiones muy lentas y pesadas, hinchazón, dolor abdominal, gases, acidez y ardor», explica Gonzalo Guerra, especialista en Aparato Digestivo del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas. Para él, estos atracones suponen un atentado a la fisiología de la digestión: en un almuerzo normal, los alimentos permanecen en el estómago en torno a 15 minutos, tiempo en el que se unen a los jugos gástricos; sin embargo, si se ingiere una cantidad superior en poco tiempo, el proceso de vaciamiento se retrasa considerablemente, ya que los 400 gramos de jugos gástricos y moco que produce el estómago resultan insuficientes para asimilar la comida de manera adecuada. «Si este tipo de prácticas se extiende en el tiempo, se puede acabar sufriendo de forma crónica dispepsia funcional y gastritis».

A estas consecuencias hay que sumar otros tantas complementarias, pero igual de importantes cuando se llevan a cabo actividades como éstas: desde una mayor exigencia al corazón para enviar la sangre requerida al aparato digestivo hasta un sobreesfuerzo del páncreas para crear enzimas que eliminen las toxinas tras una alta ingesta de sodio y proteína. «Estos retos son especialmente peligrosos para quienes sufren hipertensión o diabetes, pues las ofertas suelen incluir alimentos ricos en sal, grasas saturadas, azúcares refinados o hidratos de carbono, que están contraindicados para ellos», insiste Guerra. Por lo tanto, la lista de peligros no para de engordar: problemas de reflujo, mayor rigidez de las arterias, diarrea, mayor espesor de la sangre, distensión del estómago…

Sin embargo, desarrollar unos u otros también depende del tipo de plato. Y, de reto, claro: por ejemplo, en Little Thai de Valencia premian al primero que termine un pad thai con más de dos kilos de fideos, pollo, ternera, cacahuetes y verduras; en Sora Sushi & Cocktail Lounge de Tarragona proponen devorar 69 piezas de sushi en tres cuartos de hora; y en Daily de Madrid retan a sus comensales a engullir tres kilos de paella en poco menos de 60 minutos. «Estas ofertas fomentan una relación con la comida que no es saludable: el tiempo y la presión son un obstáculo para no superarlas, pero también son perjudiciales para la salud», señala Aitor Sánchez, nutricionista del Centro Aleris. «Lo que más cuesta procesar son las grasas. Al ingerir una gran cantidad de éstas en un periodo de tiempo muy corto, no se generan las órdenes hormonales y nerviosas necesarias para que la bilis se libere y las procese».

Source: La Razon

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