Mejorar el conocimiento sobre biosimilares eleva su empleo y genera confianza

Hace ya más de una década de la irrupción de los biosimilares (medicamentos biológicos muy similares a otro ya existente) en el mercado. Aunque a día de hoy hay en Europa alrededor de medio centenar ya aprobados, referidos a una docena de biológicos originarios –y en los próximos años se espera que la cifra aumente considerablemente, lo que ya anticipa el impacto que están llamados a desempeñar–, su empleo aún parece no terminar de calar entre una parte del colectivo médico y los pacientes.

Para que los biosimilares ocupen el sitio que merecen dentro de los recursos farmacoterapéuticos es necesario que sean bien conocidos. Pero también que se establezcan medidas de fomento que impliquen a todos los partícipes del sistema sanitario y que promuevan modelos de adquisición que pondere adecuadamente el valor que ofrecen y su contribución a largo plazo. De todo ello se habló en la mesa redonda «Gestión clínica de biosimilares», organizada por A TU SALUD en colaboración con la Asociación Española de Biosimilares (Biosim).

Y es que el uso de biosimilares contribuye a la mejora de la eficiencia del Sistema Nacional de Salud (SNS). «Introducen competencia en el mercado, rompen las situaciones de monopolio y se reduce el precio de los fármacos, lo que influye en una mejora de la sostenibilidad, la eficiencia y contribuyen a la innovación», aseguró Nieves Martín, directora Técnica de Farmacia de Castilla y León. «Nos van a permitir tratar a más pacientes; no tanto a ahorrar, sino también a pagar otras terapias y necesidades», añadió Ana Lozano, vicepresidenta de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria.

Sin embargo, uno de los principales escollos a los que se enfrentan estos medicamentos es a un insuficiente conocimiento por parte del colectivo médico. Y eso, pese a que algunas compañías farmacéuticas están trabajando no sólo en publicitar su existencia, sino también en cómo se desarrollan para favorecer la confianza para que se sepa que se hacen con los mismos criterios de seguridad y eficacia. «Y la confianza –entiende Martín– es lo que facilita la introducción de los biosimilares».

Otra cuestión importante señalada por Pilar Llamas, jefa de Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, fue la formación: «Es muy importante. Los médicos tenemos que “bajar” a la parte de la producción del fármaco como es la biotecnología, los cultivos, las cepas… Tampoco se entiende que, en cuanto a su fabricación, los biosimilares superan al original. No hay tantos ensayos (porque no los necesitan) como con los innovadores, pero pasan por los mismos procesos de aprobación». En este sentido Regina Muzquiz, directora general de Biosim, reveló que, precisamente, un objetivo fundamental en 2018 fue la formación a los profesionales: «Hemos impartido más de 20 formaciones en 20 hospitales sobre aspectos regulatorios y con facultativos sobre su manejo y uso clínico. Para 2019 queremos seguir con ello, pero no sólo en hospitales sino también con organizaciones profesionales, pacientes y farmacéuticos», dijo Muzquiz. Ejemplo de esto último son los acuerdos firmados a este fin con Sefac y Semergen.

Otras formas para incentivar el uso de este tipo de fármacos pasaría por los contratos de gestión. Y por informar. «En Castilla y León a las especialidades susceptibles de usarlos (Dermatología, Reumatología, Gastroenterología…) se les envía información acerca de las características y las situaciones en que pueden emplearse. Colgamos trimestralmente informes en nuestra web sobre los últimos anticuerpos aprobados. Tenemos la experiencia de los genéricos y hemos aprendido», cuenta Martín. De esta forma han conseguido que cinco biosimilares estén entre los diez de mayor uso hospitalario.

Otra medida para potenciar su uso señalada por Lozano es «incluirlos dentro de la compra pública. Se facilita la introducción y un nivel más alto del prescriptor o gestor del centro hospitalario». Por contra, la posibilidad de un plan de incentivos, como se hace en Francia, lo ven más complicado: «Me parecen muy bien, pero tenemos un problema con Hacienda, pues desde las áreas de Sanidad son más proclives a otras medidas. La crisis, además, bloqueó todas estas iniciativas de “modelos de incentivación” y remontarlo ahora está siendo muy difícil», señaló Martín.

«Los médicos tenemos que entender ese objetivo (el incentivar su uso) e intentar ser pequeños gestores y ver cómo podemos colaborar», aseguró Llamas, quien también apuntó a un cambio en la relación del médico con el farmacéutico que les ha ayudado a ganar confianza, algo que para Martín es vital. De hecho, explicó que, para evitar las posibles controversias y facilitar que la introducción de los nuevos biosimilares se haga ordenadamente, en su comunidad se acuerda cómo se va a hacer entre cada uno de los servicios afectados y el de Farmacia de cada centro. Porque el papel de la farmacia hospitalaria en la mejora de su conocimiento y confianza entre los profesionales sanitarios del hospital es fundamental y Lozano lo resumió en tres puntos: toma de decisiones siempre consensuadas, no obligada; formar e informar: explicar es son igual de eficaces y seguros y que favorece la llegada de la innovación; y realizar estudios de investigación en la vida real, que favorezcan su uso. «En nuestro hospital los farmacéuticos están integrados en los comités y valoran al paciente desde el punto de vista de las interacciones; nosotros aportamos experiencia clínica en estos medicamentos de alto impacto. Trabajando en equipo también podemos proponer una introducción del fármaco razonable». «Hasta la fecha no se ha retirado ningún biosimilar por falta de efectividad o seguridad», contó la hematóloga.

Tampoco se han «encontrado limitación por parte de los pacientes cuando se les explica», aseveró Llamas. Y es que, como apuntó Muzquiz, «a veces vienen con una duda inducida que se les resuelve con la relación de confianza que tienen con su médico y que el farmacéutico les refuerza. También se puede redirigir con información en webs de contenido equilibrado».

Source: La Razon

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