«Estamos cerca de diagnosticar el alzhéimer años antes de que comiencen los síntomas»

¿Cuál es la actual situación del alzheimer? Diagnósticos, cifras de incidencia, tratamientos…

Para conocer las cifras de la enfermedad de Alzheimer (EA) en Europa o E.E.U.U., lo mejor es consultar las páginas web de la Azheimer’s Association (USA) (Facts & Figures, con traducción al castellano y de Alzheimer’s Research UK. También hay buenos datos globales de la OMS. Sin embargo, en España las cifras (de prevalencia e incidencia) nunca han estado del todo claras, y las más fiables se mueven entre los 400.000 y los 600.000 pacientes, según uno de los estudios más fiables realizado por investigadores de CIBERNED, aunque se desconoce la proporción de enfermos con EA que está sin diagnosticar, y por ello en algunas estimaciones la cifra llega a 900.000.

¿Por qué en los últimos años (década) parece que estamos ante una enfermedad en la que la Ciencia y la Medicina se ha estancado? ¿Es el cerebro el órgano más complicado y desconocido actualmente? ¿Qué se necesita para empezar a dar pasos que impacten en los pacientes y en la clínica diaria?

El tratamiento de la EA sigue siendo sintomático, y no existe en este momento ningún tratamiento que modifique el curso de la enfermedad.

¿Por qué resulta complicado encontrar una solución terapéutica ya que muchos (dos en el último año) fármacos no pasan de la fase II-III en los ensayos clínicos?

1. Porque la EA no es homogénea, y resulta muy difícil encontrar grupos de pacientes con un mismo perfil patológico para realizar un ensayo clínico. No solo hay variantes dentro de l EA, sino que la mayoría de los pacientes tienen otras enfermedades neurológicas que se combinan con la EA (demencia vascular, Parkinson, etc.)

2. Porque los pacientes se tratan en fases relativamente avanzadas de la enfermedad, cuando ya existe un gran daño cerebral. Por eso ahora los investigadores insisten en realizar ensayos en fases tempranas o incluso asintomáticas de la enfermedad, para lo que se requieren biomarcadores fiables que permitan reconocer a estos enfermos subclínicos (o población en riesgo de desarrollar EA sintomática).

3. Porque la propia enfermedad es altamente compleja en sus manifestaciones moleculares y celulares, y en algunos aspectos, es una combinación de enfermedades.

4. Porque la mayoría de los fármacos testados solo abordan un aspecto parcial de la enfermedad, justamente esos aspectos que pueden modelizarse en modelos animales (transgénicos), mientras que no existe un modelo que reproduzca el 100% de la enfermedad.

Hay trabajos que hablan de poder separar la enfermedad en tres fases y dar los tratamientos acordes a cada una, ¿qué hay de nuevo en esto? ¿es acertado este abordaje?

Sí, es acertado, y es algo que se ha aprendido en los últimos años con el fracaso de los ensayos. Habrá que diseñar fármacos para las fases presintomáticas de la enfermedad y para las fases leve, moderada y avanzada de la enfermedad sintomática. Es posible que solo los primeros tengan un impacto relevante sobre el curso de la enfermedad.

Aún sin conocer qué lo origina, ¿cómo se sospecha de la enfermedad y de sus inicios?

En la mayoría de los casos, el inicio es bastante típico, con trastornos de memoria (episódica, reciente), que evoluciona progresivamente a lo largo de meses o años. Hay una proporción de casos “atípicos”, que corresponden a variantes de la enfermedad, que se pueden presentar, p. ej., con trastornos del lenguaje o de la conducta.

¿Con qué herramientas se lucha hoy contra la enfermedad? (Fármacos, terapias no medicamentosas…)

1. Fármacos, para tratamiento sintomático (de los trastornos de conducta, agitación, depresión, p, ej.)

2. Algunos fármacos que tratan trastornos bioquímicos asociados a la enfermedad (anticolinesterásicos, antiexcitotóxicos, p. ej.)

3. Terapias no farmacológicas, algunas de las cuales (p. ej., el ejercicio aeróbico) tienen impacto en la calidad de vida de los pacientes.

En el diagnóstico precoz, se han dado algunos pasos. ¿Cuáles son los más importantes?

Este es el terreno en el que se ha avanzado más en los últimos años. Poco a poco, gracias a grandes estudios internacionales, va estando más cerca la capacidad de diagnosticar la enfermedad años antes de que comiencen sus manifestaciones clínicas. Esto será una realidad y se podrá incorporar a la rutina del trabajo clínico en pocos años.

¿Hasta qué punto merece la pena detectar antes si no hay terapia de freno? ¿O sí la hay?

Aquí hay un problema ético muy importante, que no tiene solución en este momento, y solo se plantea en los estudios de investigación. Cuando se alcance un alto grado de certeza en la predicción de la enfermedad, la situación será equivalente al diagnóstico de una enfermedad genética en una persona en riesgo de padecerla: podrá querer saberlo o no, y mientras no exista un tratamiento eficaz los motivos para saberlo serán de tipo personal. Es un terreno muy difícil donde debemos dejarnos asesorar los especialistas en bioética.

Si estamos a las puertas de los grandes avances en neurodegeneración, ¿cuáles son estos y cómo van a cambiar el abordaje del alzheimer?

Es una cuestión de niveles de conocimiento. En el nivel molecular y celular, sí se han producido grandes avances en la última década. Hoy sabemos, p. ej. que todas las proteínas responsables de enfermedades neurodegenerativas comparten unas propiedades comunes, que en cierto modo las asemejan a los priones de la enfermedad de las vacas locas, y eso está empezando a revelar nuevas posibilidades terapéuticas. Sin embargo, no soy optimista en que esos avances se traduzcan e los próximos años en tratamientos realmente eficaces. Entre los niveles molecular y celular y la enfermedad completa, tal como se manifiesta en el ser humano, hay un abismo de complejidad que todavía desconocemos en gran medida.

Source: La Razon

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