«Es posible frenar el daño crónico que provoca la diabetes en el riñón y las arterias»

1- Acaban de descubrir un nuevo abordaje terapéutico para combatir algunas complicaciones de la diabetes. ¿Cómo ha sido el hallazgo?

Es fruto del trabajo conjunto de investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (Ciberdem) en el Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz y de la Universidad Autónoma de Madrid. El principal impacto sociosanitario de la diabetes se debe a la gravedad de sus complicaciones crónicas, ya que los niveles elevados de glucosa en sangre deterioran a largo plazo la funcionalidad celular en diferentes órganos y tejidos. La mayoría de las muertes en los pacientes con diabetes tipo 1 y 2 están relacionales con las complicaciones vasculares y renales. De hecho, la diabetes es un factor de riesgo de aterosclerosis, cardiopatía isquémica y enfermedad cerebrovascular y es la principal causa de enfermedad renal crónica y entrada de pacientes en programas de diálisis y trasplante.

2- ¿Qué supone este descubrimiento?

El estudio, que he liderado junto con la doctora Carmen Gómez-Guerrero y en el que también han participado las investigadoras Laura López-Sanz, Susana Bernal, Carlota Recio, Iolanda Lázaro, Ainhoa Oguiza, Luna Jiménez-Castilla y Ana Melgar, describe un nuevo abordaje terapéutico experimental que podría ayudar a prevenir el daño por estrés oxidativo en los tejidos y frenar la progresión de la aterosclerosis y el daño renal causados por la diabetes, cubriendo así una importante necesidad médica para esta patología.

3- ¿Qué zonas del organismo son las más afectadas por la diabetes?

En la diabetes, los niveles elevados de glucosa en sangre afectan a largo plazo y de forma negativa la funcionalidad de los diferentes tejidos, generando en las células respuestas inflamatorias y estrés oxidativo. Los niveles elevados de radicales libres causan un daño en las células que muchas veces es irreversible. Entre ellas están las células endoteliales de varios tejidos, las de músculo liso vascular, las renales tubulares y glomerulares, los leucocitos circulantes, las neuronas y las células de la retina. Otras macromoléculas también pueden verse alteradas, como las lipoproteínas plasmáticas implicadas en el transporte del colesterol, cuya oxidación las convierte en un factor proaterogénico.

4- ¿En qué consiste la nueva terapia?

Nuestro tratamiento experimental ensayado con éxito en ratones diabéticos está basado en la familia SOCS, reguladores negativos de la vía de señalización intracelular JAK/STAT. Esta ruta se encuentra activada de forma crónica en muchos tejidos afectados por la diabetes. Para imitar la funcionalidad de la proteína SOCS1 hemos diseñado dos abordajes terapéuticos: por un lado, la terapia génica empleando un vector viral para expresar la proteína SOCS1 completa. Por otro lado, un péptido sintético derivado de una determinada región de la proteína. Estudiamos los efectos de estos abordajes in vitro y en un modelo de ratón diabético que desarrolla complicaciones renales (nefropatía) y vasculares (aterosclerosis). De los dos tratamientos, el péptido SOCS1 fue más efectivo tanto en fases tempranas como avanzadas de la enfermedad, ya que redujo los niveles de marcadores de estrés oxidativo y aumentó los sistemas de defensa antioxidante. Esto se tradujo en una mejora de la función renal de los animales diabéticos y una reducción del tamaño de sus placas de ateroma.

5- ¿Qué beneficios se asocian para los pacientes?

Nuestro estudio sugiere que las terapias basadas en la familia de proteínas SOCS podría ser una alternativa estrategia antioxidante para limitar la progresión de las complicaciones renales, oculares y vasculares en los pacientes con diabetes.

6- ¿Cómo se llevaría a la práctica?

A nivel ocular, el compuesto se está desarrollando para aplicar directamente en el ojo como colirio y sería, por tanto, de muy fácil administración. Para tratar el daño renal y otras posibles complicaciones sistémicas, al ser un péptido, debe aplicarse por vía subcutánea, tal como se hace con la insulina y los péptidos agonistas de GLP-1 que se emplean de forma regular en el tratamiento de la diabetes.

7- ¿Para qué perfil de pacientes sería más efectivo?

Aunque aún resta mucho trabajo por realizar, el compuesto podría potencialmente utilizarse en la prevención y tratamiento de las lesiones oculares o renales del paciente diabético. Obviamente, éste sería un potencial fármaco para añadir a otros que tiene que tomar el paciente diabético dada la complejidad de esta enfermedad.

8- ¿Cuándo considera que se podrá incorporar en el tratamiento de personas con esta patología?

Las pruebas en diversos modelos experimentales de enfermedad está bastante avanzada. El coste de estos estudios incrementa según avanzan las fases del desarrollo clínico, por lo se requiere una fuerte inversión, mayoritariamente privada. Estimamos que podría iniciarse un ensayo en humanos en unos tres o cuatro años.

9- Después de este descubrimiento, ¿cuál es el siguiente paso?

Dado el coste tan elevado de llevar un compuesto a la clínica, hemos decidido iniciar los estudios para su aplicabilidad a la retinopatía diabética. En colaboración con el Hospital Universitario Val d’Hebron (Profesor Rafael Simó y la Dra. Cristina Hernandez) hemos diseñado los estudios para un desarrollo preclínico del compuesto y en la actualidad estamos en fases muy avanzadas de obtención de financiación externa.

10- ¿Hay algún aspecto de la diabetes para la que aún no exista cobertura?

Desde la introducción de la insulina hace ya muchos años, han aparecido fármacos que han cambiado el futuro de la diabetes. Un tratamiento integrado del paciente diabético, controlando el azúcar en sangre, la hipertensión arterial, el colesterol y, por supuesto con las modificaciones de estilo de vida comentadas, las complicaciones de la diabetes han disminuido de manera muy notable en los últimos años. Recientemente se han introducido varios fármacos que, además de ayudar a controlar la diabetes, tienen efectos muy positivos sobre la enfermedad cardiovascular y renal. A pesar de todo, necesitamos fármacos que controlen la prevención y progresión del daño renal y el daño ocular de una manera más notable que los fármacos existentes en la actualidad.

Source: La Razon

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