Big Data, ¿llega una nueva herramienta clínica?

Big Data. Suena a moderno, práctico, tecnológico… En Sanidad mencionar este concepto lleva a pensar en soluciones prácticas para los pacientes, los médicos, las administraciones y todos los actores involucrados en las tareas que implica la salud. Pero, ¿qué es y para qué sirve en realidad? Contestar a esta pregunta, que ronda a muchos ciudadanos, puede aventurarse fácil, aunque no del todo. «En el ámbito sanitario hay una ingente cantidad de datos en la que se necesita poner orden y que para que sea útil se precisan herramientas que puedan convertir ese volumen en respuestas o información útil», explica José Manuel Martínez Sesmero, director de Investigación e Innovación de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH).

Lo cierto es que la literatura científica reciente, durante el último lustro, recoge casos de éxito, a través de los cuáles se demuestra que la gestión correcta de los datos resulta útil en la detección y tratamiento de enfermedades. De hecho, en alguna ocasión, se ha apuntado al Big Data como el Nostradamus del siglo XXI, por su capacidad predictiva. Su utilidad resulta más clara en aquellas patologías en las que urge encontrar respuestas terapéuticas, como en el cáncer. Ejemplos se pueden encontrar dentro y fuera de nuestras fronteras. Oncobytes es un sofisticado procedimiento que permite localizar tumores en sus fases más tempranas, reducir los falsos positivos, mejorar la eficiencia del tratamiento y comprender mejor las enfermedades oncológicas.

Grandes centros e instituciones sanitarias a nivel mundial tienen proyectos de este tipo. «Lo cierto es que cabe imaginar las posibilidades tan grandes de esta herramienta si se pudiese poner en esa coctelera todos los datos de una enfermedad, o los que pudiesen estar relacionado con ella, a nivel mundial, más allá de las bases de datos locales. Las posibilidades serían infinitas», apunta Sesmero. Sin embargo, lo cierto es que uno de los escollos importantes es la compartición de los datos. «En España, tenemos 17 sistemas sanitarios cada uno diferente, y compartir las historias clínicas digitales resulta complicado. Hay que empezar desde abajo hacia arriba», añade Sesmero.

Uno de los proyectos patrios que cabe destacar es Savana. Esta plataforma de diagnóstico clínico viene a revolucionar el panorama del Big Data, ya que se convierte en el mejor vademécum para diagnosticar enfermedades. La idea salió de la mente del neurólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, Ignacio Medrano, y consiste en el acceso a las historias clínicas de los pacientes con el fin de encontrar datos que ayuden en el abordaje de otros. Hasta ahora un médico anotaba en la historia clínica digital del paciente una serie de hechos y características de la vida y de la patología del individuo en sí, pero no los compartía con sus colegas médicos. Pues bien, ahora existe la posibilidad que un programa los utilice, de forma anonimizada –para preservar la identidad de los pacientes– para ayudar al profesional en la toma de decisiones. En la actualidad, dos grandes grupos hospitalarios españoles privados y algunas comunidades autónomas ya son cuentan con él. «Creo que en el Sermas ya lo emplean y es bastante satisfactorio, esperemos que llegue a Castilla-La Mancha en breve», apunta Sesmero.

Entre las ventajas de Savana destaca que «lee» el lenguaje natural, el de los médicos, y es capaz de procesarlo cuando un facultativo se acerca a la plataforma en busca de ayuda. Esto significa que da un paso más en el mero análisis de datos y emplea la inteligencia artificial y motores lingüísticos de búsqueda para texto libre. «La idea ya está implantada en unos 40 hospitales, y la idea desde su inicio hasta ahora ha evolucionado. En el momento actual, es una herramienta más útil para acelerar la investigación médica que como sistema de soporte a la decisión exclusivamente. Uno no excluye a otro, pero el principal foco está en la investigación de patologías diversas extrayendo la información de las patologías de las historias clínicas», puntualiza Medrano.

Source: La Razon

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