Demuestran que la epidural no frena el parto

La analgesia epidural –una mezcla de anestésicos y narcóticos suministrados por un catéter situado cerca de los nervios de la columna vertebral– es el método más efectivo para aliviar el dolor de parto. En uso extendido desde los años 70, desde hace tiempo se cree que la epidural retrasa la segunda etapa del trabajo de parto, que se considera que comienza cuando el cuello del útero está completamente dilatado y termina cuando se da a luz al bebé, informa Europa Press.

Debido a que una mayor duración de esta etapa del trabajo de parto está asociada con resultados adversos, los obstetras rutinariamente reducen o interrumpen el suministro de la epidural para el dolor en un esfuerzo por acelerar esta etapa principal del parto. Sin embargo, esa práctica podría estar obsoleta y equivocada, según una investigación llevada a cabo por científicos del ‘Beth Israel Deaconess Medical Center’ (BIDMC), en Estados Unidos.

Un trabajo publicado este martes en la revista ‘Obstetrics & Gynecology’ demostró que la medicación epidural no tiene efecto sobre la duración de la segunda etapa del trabajo de parto, la tasa de parto vaginal normal, la incidencia de episiotomía, la posición del feto al nacer o cualquier otra medida del bienestar fetal que analizaron los investigados. El estudio comparó los efectos de un anestésico epidural de baja concentración con infusión mediante catéter con un placebo con solución salina infundida mediante catéter en este ensayo doble ciego y aleatorizado de 400 mujeres. «Hemos encontrado que el intercambio de la anestesia epidural con un placebo salino no marcó ninguna diferencia en la duración de la segunda etapa del parto», afirma el autor principal, Philip E. Hess, director de Anestesia Obstétrica en BIDMC y profesor asociado de Anestesia y de Obstetricia en la Escuela de Medicina de Harvard. «Ni siquiera las puntuaciones de dolor fueron estadísticamente diferentes entre los grupos. Sin embargo, las puntuaciones de dolor en las mujeres que recibieron el placebo salino aumentaron con el tiempo, como era de esperar».

El estudio incluyó a madres sanas, primerizas, que recibieron una bomba analgésica epidural controlada por la paciente en la primera etapa del parto. Todas las madres recibieron medicación activa para el dolor durante esta etapa temprana del parto. Cuando llegaron a la segunda etapa del parto, se asignó a las participantes al azar a recibir el anestésico activo (dosis bajas de los fármacos ropivacaína y sufentanilo) o el placebo salino. En esta etapa del trabajo de parto, ninguna de las madres, investigadores, obstetras o parteras sabía si las infusiones administradas por el catéter contenían el medicamento para el dolor o el placebo con solución salina.

A las mujeres con dolor excesivo se les administraron dosis no cegadas de la medicación activa para el dolor a discreción de sus médicos y los doctores también podían terminar las infusiones epidurales en cualquier momento basándose en indicadores clínicos.

El principal resultado es que la duración de la segunda etapa del parto fue similar entre los dos grupos: aproximadamente 52 minutos para las mujeres que recibieron medicación activa contra el dolor frente a 51 minutos para las mujeres que recibieron la solución salina, sólo un 3,3 por ciento de diferencia. Los tiempos medios fueron también similares: 45 minutos para las mujeres con analgésicos activos en comparación con 46 para las que recibieron la solución salina. Cabe resaltar que los obstetras pidieron interrumpir las infusiones epidurales en 38 pacientes por mala progresión del parto.

De ellas, 17 de las mujeres estaban en el grupo salino y 21, en el grupo de medicación activa. Además de la duración de la segunda etapa del trabajo de parto, Hess y sus colegas examinaron una variedad de resultados que miden la salud fetal y el bienestar, como el peso al nacer, las puntuaciones de Apgar, una medida rápida de la salud fetal tomada minutos después del nacimiento y el pH de la arteria umbilical, una medición para evaluar los niveles de oxígeno en la sangre fetal. El equipo también comparó las puntuaciones de dolor de las que informaron las pacientes y su satisfacción con las medidas de control del dolor. «Dos veces más de las mujeres que recibieron el placebo informaron de menor satisfacción con su alivio del dolor en comparación con las que recibieron el anestésico –dice Hess–. Eticamente, si la medicación epidural diera lugar a un efecto negativo en la segunda etapa del trabajo de parto, se podría argumentar que un ligero incremento en el dolor materno podría equilibrarse con tal de tener un parto vaginal exitoso. No se observaron efectos negativos, pero la analgesia epidural en la segunda etapa del trabajo sigue siendo controvertida y merece estudios de seguimiento». EP

Source: La Razon

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